
Dejar Ir
Hay que dejar ir el orgullo, la soberbia, la altivez y todos aquellos aspectos mentales que nos separan del corazón. Hay que dejar ir al sufrimiento, a lo malo, al dolor y mover las nubes que cubren nuestra cabeza y que no le dan paso al sol, a luz y a la claridad. Hay que dejar ir los miedos, los temores y volver a la fe, a la creencia y al convencimiento de que hay un destino y que todo lo que nos pasa es por una razón y por nuestro propio bien.
Hay que dejar ir y soltar las inseguridades, a los fantasmas que nos reclaman cuando quedamos solos o al apagar la luz. Hay que dejar ir al pasado, al minuto que ya paso y a todos los recuerdos que nos mantienen atados, atrapados y colgando de la cuerda de la ansiedad. Hay que dejar ir el llanto, el dolor, el sufrimiento y tomar de una vez por todas las riendas de nuestras vidas.
Hay que dejar ir a quien no sume, al que reste y a todo aquel que no piense en plural. Hay que dejar ir al corazón tras sus sueños, sus ilusiones y tras el amor. Hay que dejar ir al hijo de casa, al amigo tras sus sueños así sepamos que está equivocado y al monje alejarse a meditar en las montañas. Hay que dejar y ayudar a que cada uno encuentre su propio espacio, su habitad y su entorno para que pueda nadar como pez en el agua, volar como ave en el aire y mariposa entre las flores.
Hay que dejar ir el fui, pero ya no soy, el tuve, pero ya no tengo, el estuve o me quedé porque hoy estas aquí. Hay que dejar ir los títulos, los reconocimientos, al ego y a las competencias. Hay que dejar ir al sol en la tarde, a la noche en la madrugada y a quien no te ha de amar lo antes posible. Hay que dejar ir la arrogancia, la prepotencia, el despotismo y bajarse del filo de la montana poco a poco porque siendo el sol fuente de vida; te puede quemar si te expones mucho a él. Hay que dejar ir los lazos, las cadenas, los enlaces y soltarnos los grilletes para poder caminar en línea recta y de forma directa a la felicidad.
Hay que dejar ir las apariencias, la falsedad, las mentiras, el engaño y el embuste porque no hay cosa mas linda que ser quien uno es a donde sea que lo pongan y con quien lo pongan. Hay que dejar ir todo lo artificial y entender que la vida es un rio que va en una sola dirección, que no se devuelve y que hay que fluir en el rio de la vida de forma natural porque luchar contra la corriente es desgastante, deteriora y al final del día retrasa. Hay que dejar ir los delirios de grandeza, de poder, de superioridad y entender que en la humildad radica la felicidad. Hay que dejar ir las ideas extremas, el estrés, los impulsos irracionales y aprender a respirar, parar, mirar, evaluar y buscar de nuestro Dios interno en esos momentos de calentura, de sofoque y enardecimiento.
Hay que dejar ir al ruido y a todo lo que nos atormente. Hay que dejar ir a la juventud tras la madurez y a la madurez tras la sabiduría. Hay que dejar ir al pasado, al futuro, a las metas y las aspiraciones y condensar toda la energía en el aquí y en el ahora. Hay que dejar ir al chisme, al enredo, al comentario para darle paso al respeto, a la comprensión, a la aceptación, pero ante todo a la tolerancia. Hay que dejar ir al mentiroso, al celoso, al posesivo, al asfixiante, al controlador y al manipulador para darle paso a la buena vibra, a la bondad, al relajado, al apoyo y el soporte. Hay que dejar ir a la moda, los astigmatismos, a las etiquetas, los rótulos y sellos para poder mostrarnos tal cual y como somos.
Hay que dejar ir la piel muerta, las ilusiones perdidas, el corazón roto, los lamentos y las quejas para poder nacer de nuevo, para poder reinventarnos, para poder seguir dando lo mejor de nosotros. hay que dejar de remendar, reparar y arreglar lo que ya no tiene arreglo. No sigas buscando tu destino cuesta arriba. Suéltate, fluye y permítete ser feliz. Hay que dejar ir al cuerpo maltratado, enfermo, agotado, sin alientos y sin ganas ya que al final de cuentas el alma es la que se eleva, crece y evoluciona. El cuerpo solo es traje de un dia, pijama de una sola noche, sombrilla para un aguacero, botas para cruzar el pantano o simplemente una flor de primavera que tarde que temprano marchitara. Hay que dejar ir, soltar, liberar y animarse a vivir plenamente: Eso no es un derecho, es una decisión de vida. Y ya déjenme ir a volar, a explorar y a seguir mi viaje interno, de profundidad y de evolución. CJ III

Carlos Javier Aranzales
El Astrólogo de la nueva Era